Faro do Roncudo, Corme (Ponteceso)

Dicen que el nombre de Cabo Roncudo procede del ronco rumor del mar cuando se estrella contra las rocas. En ellas, los hombres y mujeres de Corme arriesgan sus vidas escapando de olas y remolinos para obtener el mejor y más sabroso percebe del mundo. Pero han muerto tantos allí que la zona está sembrada de cruces blancas como las que se ven en la foto de la derecha. Es además cementerio de decenas de barcos naufragados, como tantos otros cabos en A Costa da Morte: el barco austríaco Óscar en 1899, el pesquero Gladiator en 1907 o el carbonero griego Anastasis en 1919, por ejemplo.

El faro está situado en un entorno salvaje e increíblemente fantástico, lleno de tojos y rocas de granito erosionadas por el viento, muchas de ellas cubiertas de liquen. No es un faro demasiado bonito, y, efectivamente, pude comprobar que es gemelo de aquel otro de Laxe del cual ya hablé en marzo. Mide 11 metros de altura y su luz, que es blanca y de cuarto orden, se eleva a 38 metros sobre el nivel del mar, alcanzando las 10 MN; está cubierto de azulejos blancos y su linterna no está acristalada. Sin embargo, su aspecto deslucido en medio de ese paisaje agreste es de lo más apropiado.

Se decidió construir este faro a principios del siglo XX, con el Plan General de Balizamiento de 1904. Sin embargo, a pesar de que se reconocía que esta punta era especialmente peligrosa, su construcción no se aprobó hasta 1919, e incluía, entre otros, el de Laxe. El proyecto, encargado a Francisco Godínez, especificaba que se levantaría una torre sencilla y sin vivienda para el personal, dado que estaría automatizada. El faro entró en funcionamiento en 1920.

Para llegar hasta allí hay una buena carretera de unos dos kilómetros que sale desde el final del puerto de Corme ¡pero hay que estar muy atentos para encontrarla! La zona está muy cuidada, y unos metros antes de llegar al faro tienen mesas y bancos de piedra para los turistas; el problema es que el fuerte viento hace desagradable estar allí sentado e imposible dejar cosas en las mesas sin que salgan volando. Así es que al final acabamos por ir a comer a unas mesitas que hay en la praia da Hermida, a la salida de Corme, y, de paso, conocer la famosa Pedra da Serpe, que, según la leyenda, está allí desde que San Hadrián (el mismo que tiene una ermita enfrente de las Islas Sisargas, sí) libró de forma milagrosa a la parroquia de una plaga de serpientes, encantándolas debajo de esta piedra. No obstante, parece que se trata de algún antiquísimo culto pagano que la Iglesia quiso cristianizar colocando encima la cruz.

Pero antes de ir hasta a Pedra da Serpe decidí parar en alguno de los lugares de tapeo que hay en Corme porque ¡es impensable haber estado allí y no probar los famosos percebes do Roncudo! Dicen que son tan sabrosos gracias a que la fuerza del mar en esa zona les hace desarrollar músculo para agarrarse bien a las rocas; desde luego a mí me parecieron deliciosos. La bandeja que se ve en la foto es sólo media ración y no aparecía en la carta, pero hablando con el camarero accedieron a servirla así, ante mi acertada sospecha de que me la tendría que comer yo sola.

A la vuelta de Corme pasamos por un sitio realmente curioso: la capilla de A Nosa Señora do Faro, en el Monte de O Faro, a pocos kilómetros del pueblo. ¡Cómo no acercarse a conocer un lugar con ese nombre! Parece que antiguamente allí se encendían hogueras para guiar a los barcos o avisar de la llegada del enemigo. La capilla se levantó en 1959 y fue costeada por un emigrante. La torre mide nada menos que 39 metros, a mí me pareció un poco desproporcionada en relación con el resto del edificio, pero vale la pena acercarse a visitarla.

3 pensamientos en “Faro do Roncudo, Corme (Ponteceso)

  1. Pingback: Ruta por la Costa da Morte, La Coruña, Galicia – Viajes de AA y JC

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  3. Éste es un clarísimo ejemplo de que los faros no son los faros en sí solamente, son también el entorno en el que se encuentran. Un par de veces he visitado el lugar y ambas he sentido que la torre es lo de menos, sobre todo cuando ves el lugar, el mar (imagínate enero de 2009 con un temporal que hizo historia), las cruces, las rocas… Te envidio por tener tan a mano sitios como éste, aunque posiblemente en octubre os haga una visita.

    Un saludo desde el Sur.

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