Os faros da Costa da Morte: concurso de murales de azulejo LAR.

Hace muchos meses que apenas abro el blog. Demasiado tiempo, y ni yo misma podría explicar muy bien el por qué, aunque os podréis hacer una idea: bloqueo, apatía, desilusión, agotamiento, frustración, desencanto, falta de energía. Hemos sufrido un paréntesis de veintitantos meses en nuestras vidas que nos ha robado muchas cosas. Vidas y salud, sobre todo. Pero también las ganas de hacer planes, de tener proyectos, de conocer gente, de ir a sitios. Parece que nos estamos recuperando o que estamos en el buen camino, pero yo pienso que hay pérdidas de las que será difícil resarcirse: miedos, traumas, distancia física (por obligación y a veces por devoción), manías, recelos, mala leche… En fin, iremos viendo poco a poco.

Por lo de ahora vuelvo a escribir para compartir las fotos de una preciosa exposición itinerante que estos días han instalado en A Coruña (en la zona de La Marina). Se trata de las obras participantes en un concurso de murales de azulejo, en el cual participaron varios institutos de Enseñanza Secundaria y diferentes asociaciones gallegas. En ellas se recrearon, con mucho gusto además, faros da Costa da Morte. Yo ya tengo mi favorito, ¡a ver por cuál apostáis!

Regreso nostálgico a la isla de Sálvora.

Tras la publicación en el blog de la reseña del libro «Sálvora, diario de un farero«, de Julio Vilches, el mismísimo autor y farero (aunque ya no ejerza, siempre tendrá alma de farero) ha tenido la amabilidad y la deferencia de ponerse en contacto conmigo para contarme algunas historias no publicadas en él y además enviarme muchas fotos personales de su vida en la isla. Hice una selección de las más curiosas, originales o llamativas para que conozcáis esta faceta más íntima. En primer lugar os presento los rincones del faro que Julio habitó y personalizó:

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Por otro lado, Julio me envió fotos de la isla de Sálvora, tanto de rincones pintorescos como de los otros habitantes de la isla:

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Además me envió otras fotos en las que aparece el mismo Julio, ya sea trabajando, bromeando o en su cotidianidad:

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Julio también tenía muchos ratos libres en la isla, y en ellos daba rienda suelta a su creatividad y a su humor, además de relajarse con su biblioteca personal:

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Como veis, Julio Vilches es una persona especial, singular, diferente, con una vida interior muy rica y original, curioso e incansable. Y como seguro que querréis conocerle un poco mejor os dejo aquí el enlace al documental «Fin do pasado recente«, que Salva Pardo creó en 2018 sobre el trabajo de Julio y su vida en Sálvora. La música fue creada por Juan Eiras y está subtitulado en varios idiomas. ¡Que lo disfrutéis!

https://vimeo.com/239653611?fbclid=IwAR11EVTJJUlmS74qCwa77OGsQaPOF8e069ITg-cIRZZVp5SRs2UWA30wA3A

Señalizaciones del puerto de Laxe (A Coruña).

Este verano aprovechamos el 25 de julio para realizar una nueva visita a Laxe que resultó de lo más encantadora. Además de volver al faro, ¡parada obligada! nos acercamos a la pequeña Playa de los Cristales, caminamos hasta la curiosa furna da Escuma y la cercana Pena dos Namorados, rodeamos la iglesia gótica del s. XV Santa María da Atalaia y, por supuesto, descansamos en su maravillosa y eterna playa de azules aguas.

El puerto de Laxe cuenta con dos señalizaciones, cuyas fotos veis aquí arriba:

  • La del dique norte es una torre metálica verde y blanca de 6 m de altura; su luz también es verde y alcanza las 4 millas.
  • La del muelle sur también es metálica pero roja y blanca; mide 4 m, su luz es roja y alcanza las 3 millas.

Os dejo con una idílica foto de su playa, sin filtros ni retoques, únicamente la enderecé un poco. ¿A que apetece un chapuzón?

«Diario de un farero», de Julio Vilches.

Llegan hasta mí por diferentes caminos dos recomendaciones que son una: una autobiografía y un vídeo relacionado con la misma: «Sálvora. Diario de un farero«, de Julio Vilches. Julio fue farero en dicha isla desde 1980 hasta su reciente automatización, y quiere compartir sus vivencias en ella, tanto las exclusivamente profesionales como las más personales: cómo fue evolucionando su trabajo, a qué dedicaba sus ratos de ocio, diferentes personajes con los que fue coincidiendo… en fin, anécdotas de todo tipo y todas bien interesantes. Podéis haceros con él prácticamente en cualquier librería.

Y el vídeo, de unos 11 minutos de duración, nos ofrece unas preciosas imágenes, muy personales y exclusivas grabadas por Gloria Vilches, familiar de Julio como imaginaréis.

El faro de Sálvora ha sido automatizado este pasado año 2017. Hay varios documentos que nos describen este proceso, entre ellos este artículo en el Faro de Vigo de noviembre de 2017 y este segundo vídeo que os comparto y que también es muy ilustrativo:

Espero que disfrutéis de estos vídeos, que leáis el libro para descubrir esta fascinante y hermosa isla y luego, si os es posible, os acerquéis a recorrerla. Yo ya estuve allí y la disfruté muchísimo. ¡Hasta pronto!

Faro de Cabo Vilán o Villano (segunda parte).

Después de haber conocido hace unos meses la historia del primer faro de Vilán, sumerjámonos ahora en la historia de la construcción del faro actual, el que fue el primer faro eléctrico de España. El proyecto, de los ingenieros Francisco Lizárraga y Adolfo Pequeño, fue aprobado en 1885. La ubicación escogida fue precisamente aquella que se había intentado rebajar, y que si se ve de perfil parece la joroba de algún enorme animal. En dicha planicie no había sitio para el edificio anexo, que se tuvo que construir en un nivel inferior, cuadrado y con un patio central. Unieron ambas construcciones con un túnel cubierto, con escaleras de peldaños de piedra. Otro edificio más albergaría la sala de máquinas, la carbonera, un taller, un almacén y un aljibe. 

Las obras no fueron rodadas, precisamente: tuvieron el inconveniente de que también interrumpían el haz de luz del primer faro, lo cual provocó las quejas de varios capitanes. Y durante su construcción aconteció la terrible tragedia del Serpent, un buque inglés con 175 tripulantes que se hundió el 10 de noviembre de 1890, salvándose sólo 3 hombres. El embajador inglés, entre otros, presentó durísimas quejas por los defectos del faro y la pésima comunicación con Camariñas. Los fallecidos fueron enterrados en el Cementerio de los Ingleses, muy cerca de Cabo Vilán, aunque años más tarde se repatriaron.

Entre el proyecto original y la inauguración hubo varios cambios en las diferentes dimensiones, alcances, presupuestos y máquinas previstas. Finalmente, a día de hoy, la torre del faro, de granito y planta octogonal, mide 25 metros. La altura de la luz sobre el nivel del mar es de 104 metros. Su gran altura es posible gracias al durísimo suelo de granito en el que se apoya. El alcance en sus inicios era ya de 28 MN, el de mayor potencia en España y de los mayores en Europa: se podía llegar a ver la Torre de Hércules sin perder de vista Cabo Vilán. Increíble.

Por fin el faro fue encendido la noche del 15 de enero de 1896. El exigente trabajo que requería obligaba a ser atendido por seis torreros, que luego debieron de aumentar a ocho, nada menos. Debían usar gafas ahumadas para soportar el intenso brillo además de un calor sofocante. Y tenían su propio detallado y complejo reglamento de funcionamiento.

En los diez años siguientes hubo que hacer ya mejoras: reparaciones de desperfectos, mejoras en las viviendas, nueva sala de máquinas, nuevo camino de acceso y una nueva planta en el edificio de torreros, que incluía galería y terraza. Así, el edificio del faro antiguo fue abandonado por completo. En 1925 se le dotó de una nueva sala de máquinas (jubilando las viejas de vapor) y luego se cambió el mecanismo de rotación del faro. En los años 50 se le cambió la linterna por otra completamente acristalada para emitir un sector aéreo. Y finalmente en los 60 entró en funcionamiento la sirena y se reemplazaron la óptica y la linterna. Muchos de estos aparatos se conservan en una de las salas que hay en el interior del faro, como podéis ver aquí abajo. Es el Centro de Interpretación de los Faros y Señales Marítimas.

La última modernidad en Vilán fue un radio-faro, puesto en servicio en 1922. Fue el primero en Galicia junto con el de Finisterre, y respondía a una demanda real de la navegación de altura y la de cabotaje. Según una placa que leí en el museo del faro, sus ondas llegaban a unas 20 millas del puerto de Nueva York, y hubo protestas internacionales por sus interferencias. Este servicio fue mejorando en las siguientes décadas hasta reunir en una sola sala todos los equipos necesarios para su funcionamiento.

En nuestro personal paseo por Vilán, después de bajar de la explanada del faro antiguo y antes de entrar al nuevo decidimos rodearlo para seguir ordenadamente las explicaciones de mi amigo. Por el lado derecho (mirando hacia el mar) se encuentra la caseta de gasoil de los grupos electrógenos de emergencia. Y por el izquierdo, donde termina la barandilla de piedra, una zona en la piedra viva que está más oscurecida. Allí se hacían en verano unas estupendas sardiñadas, cuando mi amigo iba de vacaciones a ver a la familia.

Después de pasear por el exterior del faro entramos en él. Allí pudimos disfrutar de un reconfortante café y visitar la sala de exposiciones, donde más o menos cada mes renuevan la muestra, siempre relacionada con Camariñas, los faros o el mar. Y, por último, un laaargo paseo hasta el famoso Cementerio de los Ingleses.

La carretera no puede tener más baches y socavones; bien es cierto que se puede recorrer caminando, pero son más de 7 km ir y otros tantos volver, no es tan fácil. Pero, como podéis ver por las fotos de arriba, el paisaje bien merece la pena. De hecho debo confesar que hice ese mismo camino tres veces, nada menos. Cabo Vilán bien lo merece.

Fuentes consultadas: información facilitada por un familiar de uno de los antiguos fareros de Vilán. Y la obra: «Faros de Galicia«, de la Fundación Caixa Galicia (con textos de Jesús Ángel Sánchez García, fotografías de José Luis Vázquez-Iglesias y dibujos de José Manuel Yáñez Rodríguez).