Faro de Illa Coelleira, O Vicedo (Lugo)

Hoy nos acercaremos lo máximo que podamos a Illa Coelleira, la mayor de las islas de la provincia de Lugo. Tiene una forma muy curiosa, como de ballena emergiendo del agua para respirar, con una suave caída en el lado que da a tierra y otra más abrupta en el lado oceánico. Está a unos 500 metros de la costa, tiene una superficie de unas 26 ha (0.26 km²) y una altura máxima de 82 metros sobre el nivel del mar.

Muchas historias y leyendas rodean a esta isla, como no puede ser de otra manera. Allí se encontraron y aún existen unas ruinas que parecen ser de un monasterio al cual se hace referencia en documentos del siglo XI, cuando la isla recibía el nombre de Sancti Michaelis Cunicularia por la abundancia de conejos en ella; se dice que sus monjes, para dar misa en tierra firme, navegaban en barcas de cuero al estilo de los curraghs irlandeses. Allí también, a comienzos del siglo XIV, se refugiaron treinta y cinco caballeros templarios, y una historia o leyenda asegura que cuando el rey de Francia Felipe IV el Hermoso ordenó la supresión de su Orden, fueron asesinados por el señor de Viveiro y sus hombres; todos excepto uno, que consiguió llegar a nado al cercano pueblo de Vicedo, donde se escondió en una casa conocida desde entonces como a Casa do Paisano. En el siglo XVI la isla quedó completamente deshabitada debido a los constantes saqueos piratas. Si queréis profundizar en su historia os recomiendo leer el blog del profesor Manuel Gago Mariño, quien además pudo visitarla.

El Plan General de Alumbrado Marítimo de 1847 la olvidó deliberadamente porque al parecer no le daba mucha importancia a los puertos comprendidos entre Ribadeo y Ortegal. Sin embargo, una vez construidos los faros más importantes se embarcaron en alumbrar otras rías para facilitar el abrigo en caso de temporal. Y la isla Coelleira, al estar estratégicamente situada en medio de las rías de Viveiro y Barqueiro, era un lugar idóneo para un faro. Fue uno de los primeros ubicados en una isla gallega, junto a Sisargas, Cíes, Sálvora y Arousa. De su proyecto se encargó en 1861 el ingeniero Marcelo Sánchez Movellán (autor también del faro de San Cibrao), quien escogió el punto más elevado de la isla para así poder iluminar ambas rías sin ninguna sombra. Diseñó un edificio rectangular de una sola planta, apto para dos torreros con sus correspondientes familias. La torre, cilíndrica, se encajó en la fachada posterior de la construcción y sobresaliendo tres cuartas partes, aunque en el primer diseño que hizo el ingeniero estaba completamente incrustada en el edificio; este primer proyecto fue rechazado por la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos, y don Marcelo movió la torre y redistribuyó el espacio interior para hacerlo más adecuado para un uso familiar. La piedra de sillería necesaria para la construcción se trajo de tierra firma, pero la pizarra se obtuvo del propio islote de Coelleira. Como era costumbre en la costa de Lugo, el tejado, además de clavarse al entablonado, fue asegurado con piedras para que no volara con los temporales. Ahí es nada el viento que tenemos. Si la isla Coelleira estuviera más alejada de la costa, podría compararse con el escenario de la película «El faro» de Willen Dafoe y Robert Pattinson.

El faro, de sexto orden, se encendió el 30 de mayo de 1864. Tenía una luz fija blanca que alcanzaba las 9 millas, gracias a un aparato de alumbrado Sautter de aceite. Antes de entrar en el siglo XX la lámpara se cambió por otra Maris de parafina y su luz pasó a ser verde, reduciéndose su alcance a las 6-7 millas. El faro necesitó muchas reparaciones, ya que los temporales castigaban la isla: en 1868 rompieron con su fuerza un cristal de la linterna, y en 1890 el faro estuvo apagado 17 días a causa de una chispa que la destrozó.

Con el Plan General de Reforma del Alumbrado Marítimo de 1902 se cambió la apariencia de la luz de Coelleira y aumentó su alcance, volviendo además a ser blanca.

A pesar de ser una isla los torreros no vivían excesivamente mal. Se les construyó, por supuesto, un pequeño muelle al oeste del islote, y también un horno con cobertizo para guardar la leña, algo alejados del faro para evitar incendios. Un aljibe solucionaba sus necesidades de agua potable, y si se quedaban sin provisiones siempre podían conseguir comida gracias a los huevos de gaviota y a los percebes. Allí también se cultivaba trigo de bastante calidad sin ningún problema, con un sistema de terrazas para salvar la inclinación de la isla.

Pero el servicio de personal de la isla se suprimió en 1926 debido a la instalación de un sistema de alumbrado permanente por acetileno. Don Rafael de la Cerda fue el ingeniero encargado de su automatización, y el faro pasó a depender entonces del personal de Estaca de Bares. El edificio fue tapiado, la isla quedó completamente abandonada y ahora sólo viven allí conejos y gaviotas, que disfrutan ese paraíso en exclusividad….

Mis fotos no son demasiado nítidas; las saqué desde tierra firme, desde el mirador das Laxes y desde O Porto de Bares. Y como no pude acercarme más a esta isla de lo que ya habéis visto, os dejo este trabajo de RGSDron: un vídeo para que disfrutéis de esta maravilla que la Naturaleza nos ha regalado. Que lo disfrutéis y hasta la próxima.

Baliza de punta Socastro (o Fuciño do Porco), O Vicedo (Lugo).

Hay algunos lugares que permanecen escondidos, aunque a la vista de todos, esperando que alguien los descubra. Lástima que cuando esto ocurre el sitio en cuestión empiece a llenarse de turistas, excursionistas y trotamundos varios haciendo cola para llegar hasta él, y entonces pierde casi todo su encanto. Esto fue lo que ocurrió con el llamado «banco más bonito del mundo«, en Loiba (Ortigueira), donde la gente espera con paciencia su turno para sentarse unos segundos y hacerse la foto de recuerdo. No me importa reconocer que yo fui una de esas personas.

Pero en un mundo controlado por las redes sociales donde todo se comparte hasta el aburrimiento no quedará nada o casi nada cuyos misterios no sean desvelados antes o después. Si queremos visitar esos lugares mágicos no queda entonces más remedio que buscar una fecha fuera de vacaciones, puentes y fines de semana para intentar evitar las aglomeraciones.

Y, dicho esto de forma totalmente sincera y sentida, paso a sumarme al aluvión de gente que se siente en la necesidad de compartir con el mundo todos los detalles de su último viaje cual si fuera un pionero. La visita que hoy os cuento es a un lugar increíble que parece mentira que casi nadie conociera hasta que hace dos o tres años un periódico gallego publicó una fotografía que se volvió «viral». Y cual virus invasivo la punta Socastro se llenó de visitantes ávidos por recorrer este sendero maravilloso, algo completamente comprensible a la vista de las imágenes que también os traigo yo.

La punta Socastro (cuyo nombre significa debajo o al pie del castro) es también conocida como Fuciño do Porco porque dicen que a los marineros, cuando lo ven desde el mar, su forma les recuerda el hocico de un cerdo. Yo sólo pude verlo desde tierra pero encontré un vídeo muy chulo de RGSDron donde efectivamente se puede comprobar. Podéis disfrutarlo al final del post.

En dicha punta se encuentra un pequeño faro, una baliza de difícil acceso para quien deba ocuparse de ella: hay que coger la carretera LU-862, y a unos 3 km yendo desde Viveiro hacia O Vicedo se ve un desvío perfectamente señalizado con una amplia zona donde dejar el coche (hay un párking habilitado y una camioneta para vender bocadillos, helados y refrescos, oigan); seguimos entonces un sendero de algo más de un km que discurre entre árboles y vistas maravillosos y que acaba en la magnífica y vertiginosa pasarela de madera que nos hace descender hacia el mar y después subir a lo alto y que llega hasta la torreta a través de unos acantilados de colores explosivos. Como decía, algo complicado y tal vez fatigoso para quien lo tenga que recorrer con frecuencia por obligación, pero para mí más que sugestivo y estimulante.

No se puede decir que dicha baliza valga la pena por sí misma, la pobre es una sencilla construcción metálica verde de 6 metros de altura, muy útil y funcional, desde luego, pero no os esperéis un señor faro. Y lo digo porque al llegar a ella escuché a una buena señora exclamar muy compungida: «¿Pero éste es el famoso faro? ¡Pues vaya por Dios!». Tal vez lo confundió con el muy cercano de Estaca de Bares y estaba algo decepcionada. Vosotros acercaos, sí, y disfrutad el largo camino, como recomendaba Kavafis, sin olvidar la meta pero sin apresurarse.

Y una vez en el entorno del faro, sentaos y disfrutad de las magníficas vistas de la ría de Viveiro: el islote Gaveira y tras él la playa de Area, donde yo pasé mi inolvidable verano de los dieciocho años (¡ay, los primeros amores!), la isla de Coelleira (donde también luce un hermoso faro) y el inmenso Atlántico a vuestro alrededor.

Y ahora sí, aquí os dejo el enlace al vídeo de RGSDron. Además de éste tiene otros vídeos magníficos de paisajes de España de difícil acceso, así que vale mucho la pena curiosear en su perfil:

Post data prosaica para los interesados: la luz de la baliza de punta Socastro es de color verde, se eleva a 20 m sobre el nivel del mar y tiene un alcance de 7 millas. ¡Hasta la próxima!

Artículo de Guillermo Esaín: «Nueve faros gallegos para una épica ruta costera».

¡Buenísimos días desde Galicia!

Seguimos en pleno invierno, pero las temperaturas y el cielo despejado (incluso aquí en Galicia, sí) invitan a pasear y a conocer lugares únicos. Y pocas cosas hacen tanto porque un lugar sea más especial como un faro, ¡lo sabe todo el mundo! Así que Guillermo Esaín nos propone desde El Viajero – El País una ruta maravillosa entre Ribadeo y Ferrol. Sólo tenéis que pinchar en esta foto para acceder al artículo completo.

Guillermo es también el autor del libro Rutas por los Faros de España en coche (EL PAIS-Aguilar), y conoce muy bien nuestra costa. Las estupendísimas fotos que acompañan al reportaje son de Xulio Villarino, autor, entre otros, de un libro sobre faros gallegos: FINISTERRAES los faros de Galicia. Un regalo que sigue en mi lista de deseos, por cierto.

Que tengáis un maravilloso fin de semana y hasta pronto.

 

 

 

Faro del islote de Anxuela (San Cibrao).

Continuando con el paseo por San Cibrao que comenzamos el 7 de octubre, conocemos hoy la señalización del dique de Anxuela. Fue construido en 1955, y protege y cierra la playa de O Torno. La señalización es verde y mide 6 metros de altura. Su luz alcanza las 3 MN y es también de color verde.

Justo enfrente al dique de Anxuela se encuentra el muelle de Angulo, señalizado por una baliza, una pequeña torreta blanca y roja cuya luz roja alcanza las 3 MN. Este pequeño muelle tiene un calado de apenas 2 metros, así que sólo permite el atraque de pequeñas barcas de pesca. Al fondo podéis ver los tremendos Farallóns.

Desde esta hermosa playa lo primero que me llamó la atención fue una escultura, la de la Maruxaina. Con la marea alta, la sirena Maruxaina parece nadar entre las olas. Según dice la leyenda, la Maruxaina vivía en una isla cerca de os Farallóns, en un palacio debajo del mar. Cuando se desataba una tormenta, salía a la superficie para cantar o tocar un cuerno, según algunos marineros para atraerles a las rocas y hacerles naufragar; pero hay quien cree que lo hacía para avisarles del peligro que se aproximaba.Maruxaina

Todos los años, el segundo sábado de agosto, hay una celebración muy popular a su alrededor: después de todo un día de fiesta, al llegar la noche se apagan todas las luces del pueblo; los vecinos bajan a la playa, donde la Maruxaina llegará en barca desde Os Farallóns entre sonidos de cuernos. Allí será juzgada y los vecinos deben decidir si la indultan o la condenan. Después del veredicto se celebrará una gran fiesta hasta el amanecer.

Además de pasear por la playa y visitar el faro de Punta Atalaia, os recomiendo visitar el Museo Provincial del Mar, un sitio realmente chulo con toda clase de instrumentos de pesca y navegación, además de piezas de interés biológico. Fue abierto gracias a la pasión coleccionista de un maestro de escuela, Francisco Rivera Casás. La entrada es gratuita.

En la otra playa de San Cibrao, Cubelas, destacan los restos de una fábrica de salazones conocida como o castelo marino.

Para quien quiera tener información más exhaustiva sobre el pueblo de San Cibrao, encontré un documento muy interesante sobre su historia escrito por Emilio Xosé Ínsua: O porto de San Cibrao (Cervo) ao longo da historia.

¡Hasta pronto!

Faro de Punta Atalaia (San Cibrao)

Llegada a los faros.

Hoy estáis de suerte: os llevo de visita a conocer el faro de San Cibrao, uno de los pueblos con más encanto de A Mariña Lucense, y uno de mis favoritos en Galicia junto a Caión y Cedeira (que, curiosamente, empiezan todos por la letra C). Es una preciosa península que se formó cuando la acumulación de arena unió a tierra firme una pequeña isla. Llegamos hasta allí desde Coruña por la carretera LU-862. Y el faro, uno de los más urbanos que he visto hasta ahora, se encuentra al norte del pueblo, muy bien señalizado.

faros y farallóns

El puerto de San Cibrao, junto al de Burela o Bares, fue antaño coto célebre para los cazadores de ballenas. Además San Cibrao era un conocido refugio para navegantes, y ya desde el siglo XVIII se hablaba de un facho sobre el monte Atalaia (que toma su nombre de la función que tenía como vigía).

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La necesidad de un faro en este punto de la costa surgió por el auge en el siglo XIX de la fábrica de Sargadelos en Cervo, un pequeño complejo industrial formado por fundición, alto horno, viviendas para obreros e incluso capilla; casi casi una pequeña ciudad. Fabricaban desde loza fina y cerámicas hasta ruedas hidráulicas y munición para el ejército, pasando por esculturas, fuentes y como pequeño guiño las escaleras interiores de los faros de Corrubedo y de Estaca de Bares. El intenso tráfico del puerto de San Cibrao hizo que la Comisión de Faros decidiese edificar allí un faro de sexto orden que además señalizase los islotes Farallóns (visibles en la segunda foto, a la derecha de la misma). Se encargó el proyecto al ingeniero Marcelo Sánchez Movellán, quien decidió integrar la torre de mampostería, de casi 9 metros de altura, en la fachada posterior del edificio de la vivienda del farero. El faro fue encendido el 30 de mayo de 1864. La linterna, octogonal, ofrecía una luz blanca con un alcance de 9 millas. Podéis verlo en la foto de la derecha en primer plano.

parte posterior faro antiguo

En 1922 se cambió su apariencia, y en 1927 su linterna, con un nuevo torreón metálico, proyecto de Rafael de la Cerda, que es el que se ve en la actualidad. Sin embargo, el alcance de la luz se vio insuficiente, así que se aumentó a 12 millas con una nueva lámpara de acetileno. Pero pocos años después ésta fue sustituida por otra lámpara eléctrica.

ambos faros

Nuevos tiempos, nuevos cambios. En 1980 se inaugura el complejo industrial de Alúmina-Aluminio, que a día de hoy, con el nombre de Alcoa San Ciprián, genera él solito el 30% del PIB de la provincia de Lugo. Se hizo entonces imprescindible mejorar el faro de punta Atalaia, y se toma la decisión de construir uno nuevo a la derecha del original (mirando hacia el mar). Será una torre cilíndrica de casi 14 metros de altura, blanca y con una franja negra. Entra en servicio en 1983 y su luz blanca alcanza ahora las 20 millas.

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El farero que lo atiende, y que vive en el edificio del antiguo faro, se ocupa también del vecino faro de Roncadoira, además de otras balizas. Depende de la Autoridad Portuaria de Ferrol-San Cibrao, quien por cierto, lo tiene en un estado un tanto… descuidado, como se ve en las fotos de aquí abajo.

Otro día, al hilo de otras señalizaciones que hay en San Cibrao, os hablaré de la Maruxaina y del islote Anxuella. Sin prisas.