Faro del islote de Anxuela (San Cibrao).

Continuando con el paseo por San Cibrao que comenzamos el 7 de octubre, conocemos hoy la señalización del dique de Anxuela. Fue construido en 1955, y protege y cierra la playa de O Torno. La señalización es verde y mide 6 metros de altura. Su luz alcanza las 3 MN y es también de color verde.

Justo enfrente al dique de Anxuela se encuentra el muelle de Angulo, señalizado por una baliza, una pequeña torreta blanca y roja cuya luz roja alcanza las 3 MN. Este pequeño muelle tiene un calado de apenas 2 metros, así que sólo permite el atraque de pequeñas barcas de pesca. Al fondo podéis ver los tremendos Farallóns.

Desde esta hermosa playa lo primero que me llamó la atención fue una escultura, la de la Maruxaina. Con la marea alta, la sirena Maruxaina parece nadar entre las olas. Según dice la leyenda, la Maruxaina vivía en una isla cerca de os Farallóns, en un palacio debajo del mar. Cuando se desataba una tormenta, salía a la superficie para cantar o tocar un cuerno, según algunos marineros para atraerles a las rocas y hacerles naufragar; pero hay quien cree que lo hacía para avisarles del peligro que se aproximaba.Maruxaina

Todos los años, el segundo sábado de agosto, hay una celebración muy popular a su alrededor: después de todo un día de fiesta, al llegar la noche se apagan todas las luces del pueblo; los vecinos bajan a la playa, donde la Maruxaina llegará en barca desde Os Farallóns entre sonidos de cuernos. Allí será juzgada y los vecinos deben decidir si la indultan o la condenan. Después del veredicto se celebrará una gran fiesta hasta el amanecer.

Además de pasear por la playa y visitar el faro de Punta Atalaia, os recomiendo visitar el Museo Provincial del Mar, un sitio realmente chulo con toda clase de instrumentos de pesca y navegación, además de piezas de interés biológico. Fue abierto gracias a la pasión coleccionista de un maestro de escuela, Francisco Rivera Casás. La entrada es gratuita.

En la otra playa de San Cibrao, Cubelas, destacan los restos de una fábrica de salazones conocida como o castelo marino.

Para quien quiera tener información más exhaustiva sobre el pueblo de San Cibrao, encontré un documento muy interesante sobre su historia escrito por Emilio Xosé Ínsua: O porto de San Cibrao (Cervo) ao longo da historia.

¡Hasta pronto!

Faro de Punta Atalaia (San Cibrao)

Llegada a los faros.

Hoy estáis de suerte: os llevo de visita a conocer el faro de San Cibrao, uno de los pueblos con más encanto de A Mariña Lucense, y uno de mis favoritos en Galicia junto a Caión y Cedeira (que, curiosamente, empiezan todos por la letra C). Es una preciosa península que se formó cuando la acumulación de arena unió a tierra firme una pequeña isla. Llegamos hasta allí desde Coruña por la carretera LU-862. Y el faro, uno de los más urbanos que he visto hasta ahora, se encuentra al norte del pueblo, muy bien señalizado.

faros y farallóns

El puerto de San Cibrao, junto al de Burela o Bares, fue antaño coto célebre para los cazadores de ballenas. Además San Cibrao era un conocido refugio para navegantes, y ya desde el siglo XVIII se hablaba de un facho sobre el monte Atalaia (que toma su nombre de la función que tenía como vigía).

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La necesidad de un faro en este punto de la costa surgió por el auge en el siglo XIX de la fábrica de Sargadelos en Cervo, un pequeño complejo industrial formado por fundición, alto horno, viviendas para obreros e incluso capilla; casi casi una pequeña ciudad. Fabricaban desde loza fina y cerámicas hasta ruedas hidráulicas y munición para el ejército, pasando por esculturas, fuentes y como pequeño guiño las escaleras interiores de los faros de Corrubedo y de Estaca de Bares. El intenso tráfico del puerto de San Cibrao hizo que la Comisión de Faros decidiese edificar allí un faro de sexto orden que además señalizase los islotes Farallóns (visibles en la segunda foto, a la derecha de la misma). Se encargó el proyecto al ingeniero Marcelo Sánchez Movellán, quien decidió integrar la torre de mampostería, de casi 9 metros de altura, en la fachada posterior del edificio de la vivienda del farero. El faro fue encendido el 30 de mayo de 1864. La linterna, octogonal, ofrecía una luz blanca con un alcance de 9 millas. Podéis verlo en la foto de la derecha en primer plano.

parte posterior faro antiguo

En 1922 se cambió su apariencia, y en 1927 su linterna, con un nuevo torreón metálico, proyecto de Rafael de la Cerda, que es el que se ve en la actualidad. Sin embargo, el alcance de la luz se vio insuficiente, así que se aumentó a 12 millas con una nueva lámpara de acetileno. Pero pocos años después ésta fue sustituida por otra lámpara eléctrica.

ambos faros

Nuevos tiempos, nuevos cambios. En 1980 se inaugura el complejo industrial de Alúmina-Aluminio, que a día de hoy, con el nombre de Alcoa San Ciprián, genera él solito el 30% del PIB de la provincia de Lugo. Se hizo entonces imprescindible mejorar el faro de punta Atalaia, y se toma la decisión de construir uno nuevo a la derecha del original (mirando hacia el mar). Será una torre cilíndrica de casi 14 metros de altura, blanca y con una franja negra. Entra en servicio en 1983 y su luz blanca alcanza ahora las 20 millas.

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El farero que lo atiende, y que vive en el edificio del antiguo faro, se ocupa también del vecino faro de Roncadoira, además de otras balizas. Depende de la Autoridad Portuaria de Ferrol-San Cibrao, quien por cierto, lo tiene en un estado un tanto… descuidado, como se ve en las fotos de aquí abajo.

Otro día, al hilo de otras señalizaciones que hay en San Cibrao, os hablaré de la Maruxaina y del islote Anxuella. Sin prisas.

Faro de Punta do Faro (Viveiro).

El faro que traigo hoy al blog ha sido uno de los que más se me ha resistido. Y no porque me quedase un poco a contramano, que también, sino porque fui incapaz de encontrarlo la primera vez que lo intenté. Corría el año 2012. Me encontraba yo recorriendo a Mariña Lucense de este a oeste, en una organizada y completísima ruta que me llevó desde Illa Pancha hasta Viveiro, pasando por Ribadeo, Rinlo, Foz, San Martín de Mondoñedo, Fazouro, Nois, Burela, Cervo, San Cibrao, Portocelo, San Xiao, Celeiro y Chavín. Cuatro días de otoño espléndidos.

Y cuando me dirigía hacia la Punta do Faro me desorienté. Llegué al mirador de Monte do Faro, un lugar magnífico para disfrutar de las vistas de la ría de Viveiro y donde terminamos merendando, pero no era el lugar que yo buscaba. En teoría, subiendo hacia lo alto del monte debería encontrar, a mano derecha, una carretera que me llevaría hasta el faro. Pero yo sólo veía un estrecho caminito de tierra sin ninguna indicación. Volví sobre mis pasos, hacia el oeste. Recorrí bucólicas carreteras entre verdes pastos. No se veía a nadie a quien preguntar, y nos paramos a observar una familia de caballos que pastaba plácidamente. Hasta que vi en el retrovisor un coche de la guardia civil parado detrás del mío. No pasó nada, ellos tampoco tenían prisa.

Al final llegué a la conclusión de que el único camino que no había recorrido, aquel estrecho de tierra, era el correcto. Pero ya se nos hacía de noche y aún debíamos encontrar el hotel. Con un poco de pena nos marchamos de Monte do Faro, pensando que probablemente tardaría mucho tiempo en volver por allí.

Faro da punta do Faro.

Y sí, tardé unos tres años en volver: una excursión a la playa de As Catedráis este invierno tuvo la culpa. Después de dar un paseo por Celeiro pasamos tan cerca de Monte do Faro que decidí recorrer aquel sendero, y así descubrí que sí, que al final de unos cuantos metros nos esperaba, muy escondido, el faro. Realmente el camino no es tan escarpado como yo recordaba, y podría recorrerse en coche, aunque muy despacio, eso sí. Lo ideal sería aparcarlo y disfrutarlo paseando, quizás arriba, en el mirador, puesto que a pie de monte apenas hay sitio. Un caminito serpenteante baja hacia él, y desde allí se puede observar el islote Gaveira, el faro de punta Socastro, y, cuando las nubes lo permitían, la isla Coelleira.

El faro de punta do Faro es una torre cuadrangular roja de seis metros de altura. La luz, situada a veinte metros sobre el nivel del mar, es roja y alcanza las siete millas. Su función es señalizar la entrada a la ría de Viveiro.

Como véis, una preciosa excursión por la naturaleza gallega. La espera valió la pena.

Señalizaciones en el puerto de Celeiro (Viveiro).

Celeiro es una pequeña parroquia del concello de Viveiro, tan cerca tan cerca de este que parecen una sola ciudad. Ambas forman un rincón en A Mariña Lucense cuya visita con calma es muy recomendable.

El puerto de Viveiro-Celeiro tiene gran importancia ya desde la Edad Media, y actualmente es de los que más actividad pesquera genera en España, a lo que se une el tráfico de otras mercancías y su aportación al turismo náutico. Hasta cuatro señalizaciones conté yo en el puerto de Celeiro, como podéis ver en las fotos de arriba y de la izquierda.

En el extremo del dique de abrigo se encuentra, desde 2001, una escultura en bronce de la Virgen del Carmen, del escultor José Luis Neira Brochs; se trata de un homenaje a todos los vecinos de Celeiro fallecidos en el mar, y fue pagada mediante colecta popular.

Otro lugar característico de Celeiro es este precioso edificio azul de abajo, el de la Cofradía de Pescadores. Construido en 1923, alberga las variadas actividades que desarrollan, entre las cuales se encuentra la de Marineros por un día, un programa para coles con una pinta estupenda.

En fin, que si os acercáis hasta esta ría no os podéis perder además un paseo por la Playa de Covas y admirar sus islotes, recorrer el casco antiguo de Viveiro y sus murallas, subir al mirador de San Roque desde el cual divisar toda la ría, y, si os llega el tiempo, realizad una excursión al Eucaliptal de Chavín (ou Souto da Retorta) a visitar al avó, uno de los eucaliptos más viejos y grandes de Europa. Y una última recomendación: en Celeiro id a tomar algo a O’Puntal, en la misma entrada al puerto; pero id con hambre, porque mientras tomáis una bebida fresquita no pararán de circular bandejas llenas de estupendos pinchos.

A «Pedra de Burela», rota por la fuerza del mar.

faro-burela
Comparto la foto de Eliseo Trigo que ha salido en el periódico Público (entre otros) con la impresionante imagen del faro de Burela roto por la base y apoyado en ella de una forma más que precaria. Me impresiona; nunca pensé ver algo así. Esta señal es una de las mejores imágenes que tengo de la Mariña lucense, y aún tengo pendiente escribir sobre ella. Tremendo lo que nos está haciendo el mar este invierno…