¡Vaya relato tan perturbador y absorbente! Una historia muy bien construida que nos hace viajar una y otra vez desde la Segunda Guerra Mundial hasta la juventud del protagonista, en una época mucho más actual y recordada desde la madurez. Cinco adolescentes de distintos países coinciden cuatro semanas en un curso de francés en Normandía. Hugo, el chico español, es testigo una noche de tormenta de cómo un soldado dispara y mata a una mujer que intenta darle un papel antes de morir. Hugo intenta pedir ayuda en el faro situado apenas a cien metros, pero se desmaya y despierta horas después en un hospital. Nadie cree su historia porque no hay cadáver, no hay restos de sangre, ha desaparecido el agujero que una de las balas había dejado en la pared del faro, y el huraño farero, que acabará teniendo mucho protagonismo en la historia, se niega a hablar con él. Hugo y sus amigos comienzan a investigar hasta desvelar la tristísima historia que se esconde tras la visión de aquel asesinato, ocurrido muchos años atrás. Gracias a su intervención se aclaran malentendidos y viejas rencillas y se cierran heridas que nunca habían dejado de sangrar.
Me ha parecido una historia magnífica y tan bien narrada que acabé casi convencida de que estaba basada en hechos reales. Tiene misterio, amistad, primeros amores, odios viscerales y reconciliaciones, amor eterno, lealtad y gratitud. Me emocioné hasta las lágrimas con su final y aunque esté catalogada como novela juvenil es una gran recomendación para cualquier edad.