Faro da Illa de Rúa (Ribeira). ¡Sí, sí, sí! (y con vídeo incluído).

Tenéis que entender esta efusividad en el título: llevo AÑOS intentando ir a esta isla, desde que oí a mi primo Martín hablar de ella por primera vez. Una isla apartada, apenas visitada, que parece abandonada a su suerte, y, sin embargo, con un faro magnífico aún en funcionamiento, que semeja una roca emergiendo de entre las demás rocas.

Pues después de dar muchas vueltas, preguntar aquí y allá, mirar si era posible y asequible alquilar una embarcación o arrimarnos a alguien que la tuviese, por fin este verano mis primos Adrián y Martín (grandes navegantes en trainera de las rías gallegas, por cierto) consiguieron una zodiac en préstamo.

Y allá nos lanzamos a la aventura de atravesar la ría de Arousa. Porque, aunque la isla está aproximadamente a unos 4 km enfrente de Ribeira, nosotros salimos desde A Pobra do Caramiñal; porque nos gustan los retos (bueno, y porque la zodiac estaba guardada en una nave en ese puerto). Y como llevábamos el viento en contra, había cierto oleaje que nos impedía avanzar, y la subida de la marea también nos perjudicaba, debimos de tardar como una media hora en llegar hasta la isla. Eso sin contar los dos o tres minutos que fingimos estar tomando el sol para que el barco de la Guardia Civil no se fijase en nosotros; y la paradita para fotografiar la baliza de Ostreira.

En fin, que por fin arribamos a la isla, amarramos el bote y escalamos el pequeño muelle para dirigirnos al faro. ¡Qué isla tan maravillosa! Es pequeña, con una superficie de unas cuatro hectáreas. Y enteramente rocosa; incluso bajo ella, en el fondo del mar, también se encuentran rocas y rocas amontonadas formando cuevas, pasadizos y grietas.

Me encantó el transparente color de sus aguas, y el tamaño y la forma de sus rocas inmensas, muchas cubiertas de liquen amarillo, al igual que parte del faro. Había gaviotas y también cormoranes, que empezaron a volar y a chillar asustadas por nuestra presencia, creyendo que robaríamos sus huevos. Fuimos saltando de roca en roca, explorándolo todo, disfrutando de la soledad y del ruido del mar.

El faro de Rúa llegó después de los de Sálvora e Illa de Arousa, y se consideró de gran interés para la ría por la amplitud de la misma, por los bulliciosos puertos de Ribeira, Pobra, Vilagarcía, Carril y Cambados, y por los escollos y bajos que salpican sus fondos, además del peligro del propio islote, claro, que ya era de por sí referencia visual para la navegación.

El proyecto lo empezó en 1860 el ingeniero José Elduayen Gorriti, pero ciertas discrepancias en torno a la posición de la torre (para reducir gastos) y la distribución de los espacios (calificados incluso de «inhumanos y mezquinos«), hicieron que el proyecto lo rematase Ángel García del Hoyo en 1862. Ocurrió lo mismo con el faro de Ons, proyectado en fechas similares. Y es que se dice que Elduayen estaba más volcado en su carrera política que en su trabajo de ingeniero. Así, pues, García del Hoyo acabó los dos faros con el resultado de que ambos eran gemelos: misma torre, mismas ventanas e igual distribución interior. Se empezó a construir en abril de 1865 y fue encendido por primera vez el 18 de marzo de 1869 (los temporales y la dificultad para llevar los materiales hasta la isla retrasaron bastante los trabajos).

La torre, cilíndrica y de mampostería, está encajada en la fachada posterior y tiene una altura de 14 metros, lo cual eleva su luz a 26 metros sobre el nivel del mar. El torreón de la linterna es octogonal.

En la segunda década del siglo XX se le instaló la óptica y linterna retiradas del faro de la isla de Sálvora en 1911, y con unos nuevos mecanismos de pantallas giratorias cambió así la apariencia de su luz.

Pero más tarde, en los años 20 y tras reformar el faro de punta Cabalo, el de Rúa quedó un tanto obsoleto; el ingeniero Ramiro Pascual le colocó provisionalmente un fanal, comprado para Pombeiriño, y luego otro nuevo con el objetivo de mejorar la intensidad de su luz; y también se aprovechó en Rúa  el aparato óptico que le acababan de retirar al faro de Illa de Arousa. Sin embargo no se obtuvo la mejora esperada, así que en 1923 le instalaron el fanal de la baliza de Tenlo Chico. Aquí no se tiraba nada.

Tras estas reformas, el faro se automatizó y se suprimió el personal. Al quedar deshabitado se tapiaron las ventanas, como podéis ver en la foto de arriba, imagino que para evitar vandalismos. Se electrificó mediante paneles solares en 1993. En la actualidad su luz, blanca y roja, tiene un alcance de 12 millas, y depende de la Autoridad Portuaria de Vilagarcía de Arousa.

Y poco a poco y con mucha pena volvimos a tierra firme. El mar estaba ya más tranquilo, la marea nos acompañaba y el viento había calmado. Al llegar a la zona de las bateas nos detuvimos un rato porque Adrián quería bucear para probar su cámara deportiva.

Y lo prometido en el título es deuda: aquí os dejo el vídeo que grabó mi primo Adrián con su súper cámara. Quedó muy chulo, como todos los vídeos que cuelga en su canal; tiene uno en las piscinas naturales del río Pedras que me encanta.¡Echadle un ojo!