Faro de la isla de Ons (Bueu).

Camino de Ons, vista de las Cíes.

Por fin, tras dos intentos frustrados, ¡a la tercera fue la vencida! y conseguí embarcarme y realizar mi ansiado viaje a la isla de Ons. Aunque las horas no me llegaron para visitar todos los rincones que tenía planeado, preferí disfrutar también del relax de sus playas y no andar corriendo por la isla de norte a sur. Es una excursión muy apetecible y espero repetirla.

Hay varias empresas y puertos para llegar en barco hasta allí, buscad en internet la que os quede más cerca. Al igual que ocurre con las Cíes, no hacen rutas todo el año: sólo en verano, Semana Santa y pare usted de contar. Lo cual no me parece mal, oiga, hay que controlar la cantidad de turistas dado que estamos hablando de un Parque Nacional, el de as Illas Atlánticas. Luego que no pase lo del verano de 2017, cuando varios barcos tuvieron que dar la vuelta sin poder desembarcar a su pasaje por haber vendido por encima del máximo permitido.

En mi caso particular salimos del puerto de Vigo. El trayecto fue bastante largo, pensad que llegamos hasta las Cíes y tuvimos que continuar otro tanto hacia el norte. Mucha gente no lo llevó bien, porque además nos encontramos con el océano algo revuelto y el barco se movía bastante. Afortunadamente no soy de las que se marean en el mar ¡será por lo salada que soy! y disfruté mucho de las vistas y de poder fotografiar desde el agua los faros que salpican a Costa da Vela.

El turismo en Ons está bien organizado, y de una forma muy similar a las Cíes: en cuanto desembarcas hay una caseta de información donde puedes descubrir, si no lo llevas ya planeado de casa, las rutas que te permitirán conocer la isla. Hay restaurantes, un cámping, un Centro de Visitantes con una exposición sobre la historia de la isla, una pequeña iglesia, playas, miradores, zonas de descanso con mesas y bancos… En fin, os enlazo aquí toda la información y me centro así en lo que de verdad nos interesa, el faro de Ons.

La isla de Ons, junto con la pequeña isla de Onza, forma una barrera natural en la entrada de la ría de Pontevedra. Ons dispone de abundante agua potable, y por ello está habitada desde tiempos prehistóricos (demostrado por los restos de castros y mámoas). El origen de su faro está en el Plan General de Alumbrado Marítimo de 1847, pero como se consideraba de menor rango que otros y su ubicación no se designó de forma definitiva (querían señalizar la entrada a la ría pero podría valer otro punto que no fuera Ons) se fue posponiendo su proyecto hasta 1858. El inspector de distrito reconoció la isla y decidió que se instalase en la parte más elevada y central, a 110 metros sobre el nivel del mar. Debido a que ya había otras luces instaladas cerca (Sálvora y Cíes), y a que la isla está bastante adelantada respecto a la entrada de la ría se decidió que llegaría con un aparato de quinto orden.

En 1860 se le encargó el proyecto al ingeniero madrileño don José Elduayen Gorriti, quien reprochaba que la entrada a la ría de Pontevedra era de las últimas en ser iluminada. Redactó un proyecto de construcción que fue duramente criticado por sus reducidas dimensiones: como faro de quinto orden Elduayen contaba con el servicio de un torrero, pero las condiciones de vida en la isla, especialmente en invierno, exigían la presencia de dos personas. Incluso los propios isleños marchaban a tierra firme cuando llegaban los peores temporales. Pero es que además el edificio cuadrado y de una sola altura que diseñó (con la torre inscrustada en el mismo) era claramente inhabitable, con habitaciones sin luz ni ventilación, e incluso en una no era posible mantenerse de pie. El proyecto fue devuelto por la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos para ser modificado. Y es que Elduayen estaba ya claramente volcado en su actividad política y más desinteresado por su trabajo como ingeniero. Como político logró para la provincia de Pontevedra la ejecución de obras públicas vitales en carreteras, ferrocarriles, el puerto de Vigo, etc. Llegó a ser gobernador de Madrid, presidente del Banco de España, Ministro de Ultramar, Ministro de Estado y Ministro de Gobernación, y, además de senador vitalicio, recibió el Toisón de Oro y un marquesado.

El ingeniero don Ángel García del Hoyo finalizó el proyecto: cambió la planta cuadrada original por otra rectangular, ganando 26 m2, y sacó la torre al exterior del edificio para ganar más espacio, adosándola hasta la mitad de su diámetro en la fachada trasera. Así se consiguieron habitaciones y cocinas para dos empleados más las visitas puntuales del ingeniero. Como curiosidad quería añadir que lo mismo del faro de Ons ocurrió poco después en Rúa: el proyecto lo empezó en 1860 Elduayen, pero las discrepancias en torno a la posición de la torre y distribución de espacios (también calificados de “inhumanos”), hicieron que el proyecto lo rematase Ángel García del Hoyo en 1862. Así, pues, García del Hoyo acabó los dos faros con el resultado de que ambos eran gemelos: misma torre, mismas ventanas e igual distribución interior.

Por fin en 1864 comenzaron las obras en el punto más elevado de la isla, o alto do Cucorno. El faro se encendió el 15 de abril de 1865. La torre tenía tres cuerpos (como el faro de Rúa): el primero circular, el segundo también circular pero de menor diámetro; y el tercero octogonal. En Francia se le compró a la casa Sautter (que llegó en mar hasta Vigo) una lámpara de iluminación de aceite de oliva, con luz blanca que alcanzaba las 12 millas y se elevaba a 128 m sobre el nivel del mar. En 1878 la primitiva lámpara se cambió por una Maris de petróleo.

A principios del siglo XX se vio la necesidad de que el faro aumentara significativamente su alcance (Plan de Reforma del Alumbrado Marítimo de 1902), y así pudiera servir como luz de recalada para los puertos de Marín y Vilagarcía. En 1904 se cambió el aparato de alumbrado por otro de la casa Sautter, pero como la cosa no mejoró demasiado se acometió una reforma de mayor envergadura: convertirlo en faro de primer orden y con 3 torreros. El proyecto se encargó al ingeniero madrileño don Rafael de la Cerda. Corría prisa ya que Sisargas se había reformado y Sálvora, Corrubedo y Silleiro estaban en ello.

Don Rafael, (que también trabajó en la reforma del faro de Prior) quiso aprovechar el faro existente construyendo un edificio idéntico a éste, situado a 10 m, y unir ambos mediante una galería desde la cual se accedería a la torre del faro. Arreglaron suelos, paredes y ventanas y consiguieron dotar al personal de viviendas y espacios más que dignos. La torre del faro hubo de demolerse y levantarse de nuevo para poder soportar el peso de la nueva linterna, que debía alcanzar las 24 millas. Las obras comenzaron en el verano de 1916 y duraron nada menos que diez años, debido a la necesidad de expropiar terrenos al dueño de la isla, el señor marqués don Fernando Quiñones de León, y a los aumentos de precios provocados por la guerra en Europa. Incluso en 1921 el ingeniero Ramiro Pascual introdujo algunas reformas en el proyecto para aprovechar aún mejor el espacio. El 4 de julio de 1926 el nuevo faro entró en funcionamiento, con una nueva torre de 12 m de altura, ahora octogonal en vez de redonda, y una linterna construida por la empresa La Maquinista Valenciana.

En 1932, el faro se revistió exteriormente con azulejos, y en 1990 se instalaron unos paneles solares para dotarlo de energía fotovoltaica. Su luz es blanca, está a 127 m de altura sobre el nivel del mar y tiene un alcance de 25 millas náuticas. El faro en la actualidad está automatizado y sigue estando habitado por los fareros que lo atienden.

En fin, en las fotos podéis apreciar los maravillosos paisajes de este pequeño paraíso. Desde luego por su faro y por mucho más vale la pena hacer una e incluso más excursiones a Ons. Espero volver allí otro verano a visitar el famoso Buraco do Inferno, entre otros rincones, y quizás probar su famoso glámping ¡que tiene una pinta estupenda!

 

 

 

 

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Faro da Illa de Rúa (Ribeira). ¡Sí, sí, sí! (y con vídeo incluído).

Tenéis que entender esta efusividad en el título: llevo AÑOS intentando ir a esta isla, desde que oí a mi primo Martín hablar de ella por primera vez. Una isla apartada, apenas visitada, que parece abandonada a su suerte, y, sin embargo, con un faro magnífico aún en funcionamiento, que semeja una roca emergiendo de entre las demás rocas.

Pues después de dar muchas vueltas, preguntar aquí y allá, mirar si era posible y asequible alquilar una embarcación o arrimarnos a alguien que la tuviese, por fin este verano mis primos Adrián y Martín (grandes navegantes en trainera de las rías gallegas, por cierto) consiguieron una zodiac en préstamo.

Y allá nos lanzamos a la aventura de atravesar la ría de Arousa. Porque, aunque la isla está aproximadamente a unos 4 km enfrente de Ribeira, nosotros salimos desde A Pobra do Caramiñal; porque nos gustan los retos (bueno, y porque la zodiac estaba guardada en una nave en ese puerto). Y como llevábamos el viento en contra, había cierto oleaje que nos impedía avanzar, y la subida de la marea también nos perjudicaba, debimos de tardar como una media hora en llegar hasta la isla. Eso sin contar los dos o tres minutos que fingimos estar tomando el sol para que el barco de la Guardia Civil no se fijase en nosotros; y la paradita para fotografiar la baliza de Ostreira.

En fin, que por fin arribamos a la isla, amarramos el bote y escalamos el pequeño muelle para dirigirnos al faro. ¡Qué isla tan maravillosa! Es pequeña, con una superficie de unas cuatro hectáreas. Y enteramente rocosa; incluso bajo ella, en el fondo del mar, también se encuentran rocas y rocas amontonadas formando cuevas, pasadizos y grietas.

Me encantó el transparente color de sus aguas, y el tamaño y la forma de sus rocas inmensas, muchas cubiertas de liquen amarillo, al igual que parte del faro. Había gaviotas y también cormoranes, que empezaron a volar y a chillar asustadas por nuestra presencia, creyendo que robaríamos sus huevos. Fuimos saltando de roca en roca, explorándolo todo, disfrutando de la soledad y del ruido del mar.

El faro de Rúa llegó después de los de Sálvora e Illa de Arousa, y se consideró de gran interés para la ría por la amplitud de la misma, por los bulliciosos puertos de Ribeira, Pobra, Vilagarcía, Carril y Cambados, y por los escollos y bajos que salpican sus fondos, además del peligro del propio islote, claro, que ya era de por sí referencia visual para la navegación.

El proyecto lo empezó en 1860 el ingeniero José Elduayen Gorriti, pero ciertas discrepancias en torno a la posición de la torre (para reducir gastos) y la distribución de los espacios (calificados incluso de «inhumanos y mezquinos«), hicieron que el proyecto lo rematase Ángel García del Hoyo en 1862. Ocurrió lo mismo con el faro de Ons, proyectado en fechas similares. Y es que se dice que Elduayen estaba más volcado en su carrera política que en su trabajo de ingeniero. Así, pues, García del Hoyo acabó los dos faros con el resultado de que ambos eran gemelos: misma torre, mismas ventanas e igual distribución interior. Se empezó a construir en abril de 1865 y fue encendido por primera vez el 18 de marzo de 1869 (los temporales y la dificultad para llevar los materiales hasta la isla retrasaron bastante los trabajos).

La torre, cilíndrica y de mampostería, está encajada en la fachada posterior y tiene una altura de 14 metros, lo cual eleva su luz a 26 metros sobre el nivel del mar. El torreón de la linterna es octogonal.

En la segunda década del siglo XX se le instaló la óptica y linterna retiradas del faro de la isla de Sálvora en 1911, y con unos nuevos mecanismos de pantallas giratorias cambió así la apariencia de su luz.

Pero más tarde, en los años 20 y tras reformar el faro de punta Cabalo, el de Rúa quedó un tanto obsoleto; el ingeniero Ramiro Pascual le colocó provisionalmente un fanal, comprado para Pombeiriño, y luego otro nuevo con el objetivo de mejorar la intensidad de su luz; y también se aprovechó en Rúa  el aparato óptico que le acababan de retirar al faro de Illa de Arousa. Sin embargo no se obtuvo la mejora esperada, así que en 1923 le instalaron el fanal de la baliza de Tenlo Chico. Aquí no se tiraba nada.

Tras estas reformas, el faro se automatizó y se suprimió el personal. Al quedar deshabitado se tapiaron las ventanas, como podéis ver en la foto de arriba, imagino que para evitar vandalismos. Se electrificó mediante paneles solares en 1993. En la actualidad su luz, blanca y roja, tiene un alcance de 12 millas, y depende de la Autoridad Portuaria de Vilagarcía de Arousa.

Y poco a poco y con mucha pena volvimos a tierra firme. El mar estaba ya más tranquilo, la marea nos acompañaba y el viento había calmado. Al llegar a la zona de las bateas nos detuvimos un rato porque Adrián quería bucear para probar su cámara deportiva.

Y lo prometido en el título es deuda: aquí os dejo el vídeo que grabó mi primo Adrián con su súper cámara. Quedó muy chulo, como todos los vídeos que cuelga en su canal; tiene uno en las piscinas naturales del río Pedras que me encanta.¡Echadle un ojo!