Visita a la isla de Ons con el programa de TVE «80 cm»

¡Hola, amantes de los faros! Después de un mes y medio de confinamiento y ahora que ya empezamos a ver más cerca el momento de abrazar a quienes queremos, espero que todos os encontréis bien de salud y que pronto podamos volver a viajar a los destinos que más nos gustan. Para muchos, entre ellos están los faros, así que hoy os invito a visitar, sin moveros de casa, el de Ons, ¡uno de mis lugares favoritos en el mundo! El sábado pasado TVE emitió el capítulo del programa 80 cm donde se recorría la isla conociendo sus senderos, playas y misteriosos rincones; y además, en mi grata compañía, el programa llegó hasta lo más alto de su increíble faro. Pinchad en la foto inferior para acceder y verlo todo. Lo disfrutaréis muchísimo, de verdad, porque es divertido, asombroso, emotivo y apasionante y, aunque conozcáis ya la isla, la veréis como nunca lo habíais hecho. ¡Seguro que os gustará por lo menos una milésima parte de lo que a mí me chifló participar! Cuidaos mucho y escribidme cuando queráis. Bicos cheos de agarimo.

«Sálvora, diario de un farero», libro de Julio Vilches.

En esta estupenda autobiografía llena de divertidas anécdotas y algunas travesuras, Julio Vilches nos cuenta las experiencias que vivió trabajando en el faro de la isla de Sálvora (ría de Arousa), su primer y único destino desde 1980. Allí trabajó, formó una familia y vivió hasta su jubilación, en 2017. Cuando él empezó, eran 3 los fareros que atendían esta luz, haciendo turnos de 2 semanas con otras 4 de descanso (luego estas jornadas de trabajo se modificaron), que él aprovechaba intensamente para visitar familia y amigos y viajar por el mundo: tras recorrer a fondo España y Portugal visitó Londres, Marruecos, Cuba, Ecuador, Perú, Brasil, Asia Central… Y algo, que me llamó la atención, muchas veces de faro en faro.

El día que llegó a la isla el faro le recibió rodeado de una densa niebla, como si quisiera esconderse prudentemente antes de mostrarse como es. En aquel momento estaba siendo reformado para acoger a sus nuevos moradores y la isla pertenecía a los marqueses de Revilla. Julio nos habla de sus novedosas aunque rutinarias tareas diarias, como farero, como albañil, como pintor, como electricista, como leñador (el faro exige mucho…);  los problemas causados por los temporales, los naufragios que auxiliaron, de cómo eran espectadores privilegiados de las actividades de los contrabandistas, con persecuciones y tiroteos incluidos, de su lucha contra los incendios, de los cambios de compañeros y las consecuencias de avances tecnológicos y administrativos, de los accidentes y enfermedades que padecieron. De la muerte y del dolor, de mucho dolor.

Pero también nos habla de las inmensas vistas que abarcan desde Portugal por el sur hasta Fisterra por el norte; su buena relación con los fareros de Ons, con quienes compartían comidas, fiestas, juegos y noches de radio; sus paseos en dorna por las rías, sus observaciones del firmamento y sus ratos para escribir; de cómo cazaban conejos, capturaban, pulpos, nécoras o percebes y cuidaban su huerto; cómo tuvieron que aprender a compartir la isla con el guardés y los dueños del pazo así como con ciervos y caballos salvajes; nos habla de los parientes y amigos que les visitaban para compartir aquella vida idílica, de los amores que fue encontrando por el camino y de la familia que formó allí…

Una lectura muy ágil y un libro repleto de personajes variopintos, divertidos y que se hacen querer. Me hizo especial ilusión leer las historias en las que aparece Jesús, el farero que conocí en Ons; su hermana Carmen fue también farera con Julio en Sálvora y es parte muy especial de este libro, cuya lectura os recomiendo vehementemente.

Octavo cumpleaños del blog.

Pues casi sin darme cuenta han pasado ocho años desde la fecha en que abrí el blog y publiqué la primera entrada. Desde entonces hasta hoy se han sumado 233 artículos más en los que he escrito sobre faros, fareros, libros, películas, arte y otros viajeros amantes de los faros. Haciendo un repaso de los más antiguos me he puesto un poco nostálgica, y me leía además con ojo crítico reparando en lo ingenua que era en aquel entonces. Con ayuda de los amigos que he ido haciendo por el camino he aprendido mucho sobre faros, y, aprovechando que he vuelto a muchos lugares y tenía más y mejores fotografías, estas últimas semanas he actualizado algunos artículos donde las imágenes no tenían mucha calidad y echaba en falta un poco más de historia documentada. Sin embargo decidí dejar como estaban mis comentarios más personales, creo que no debo cambiarlos aunque hoy me parezcan desfasados, cursis o algo simples; no siempre he sido como soy ahora y no sólo no pasa nada, si no que espero seguir cambiando.

Y como este último año las alegrías que el blog me ha traído han sido tan pero tan increíbles, para celebrarlo y daros las gracias por seguirme leyendo se me ha ocurrido mostraros algo que no suelo compartir, de lo que me guardo para mí y casi nunca publico, esas fotos más personales que también hago cuando visito un faro. Suelo salir en pocas, la verdad, casi siempre estoy detrás de la cámara, así que me ha costado un poco reunirlas porque además quería que fueran especiales por algo más que por estar sacadas cerca de un faro. Todas ellas traen una historia curiosa, un viaje maravilloso o una persona especial (y a veces incluso, en mágico equilibrio, las tres cosas a la vez), y por eso se me ve tan feliz en ellas. Espero que os gusten y que de aquí a ocho años pueda publicar unas cuantas más.

Y un pensamiento para despedirme: si crees en algo, si de verdad te gusta, ve a por ello.

¡Millones de gracias!

Regreso (¡y muy feliz!) a la isla de Ons.

Siempre he pensado que soy muy afortunada por muchas cosas: tengo un trabajo que me encanta, una familia estupenda, amigos que me quieren, una casa llena de libros en la que estoy muy a gusto, y libertad para ir y venir cuando quiero. Hace casi ocho años que puse en marcha este blog y, gracias a él, he podido conocer a gente maravillosa y participar en proyectos increíbles. Pero jamás se me pasó por la cabeza que podrían llegar a contar conmigo para la aventura tan extraordinaria que viví la semana pasada.

Hace unas semanas Toni Burón, de TVE, se puso en contacto conmigo para preguntarme si me gustaría participar en el rodaje de un capítulo del programa de senderismo «80 cm». Querían comenzar la cuarta temporada recorriendo la isla de Ons, y después de buscar información en internet y encontrarse con mi blog había pensado en mí para acompañarles en la ruta del faro. No creo que Toni se haga una idea aproximada de la enorme ilusión que me hizo su llamada, porque, siendo como soy un poco supersticiosa y precavida, tenía yo un cierto miedo a que aquello, que tan sensacional me estaba sonando, se pudiera frustrar por algún imprevisto (de hecho hubo que retrasarlo unos días por mal tiempo). Pero le notaba a él tanto entusiasmo contagioso exponiéndome su plan que era imposible pensar que nada pudiera salir mal. Y todo fue perfecto de principio a fin.

Salimos del puerto de Bueu el martes 1 de octubre bien temprano en un barco de Piratas de Nabia. Toni y su equipo me acogieron desde el primer momento como a una más, y me hicieron participar del proyecto de tal manera que pude conocer a fondo los entresijos de la magia de la televisión. De verdad que es increíble el trabajo que puede dar un programa de veinticinco minutos, y la cantidad de escollos e imprevistos que consiguieron superar estos chicos. Pero son unos profesionales tan grandes, con tanta ilusión por su trabajo y con tan buen ambiente entre ellos que todo fue fácil, cómodo y, sobre todo, muy muy divertido.

Nos pasamos la tarde del martes grabando la subida al faro bajo un sol otoñal tan radiante que parecía verano. La llegada al faro coincidió con el anochecer, y las últimas escenas fueron un lujo para mí: en el balconcillo de la linterna, viendo cómo el faro se encendía mientras se ponía el sol en el horizonte. De verdad, no os podréis hacer una idea, hasta que veáis el programa, del inmenso regalo que me hicieron al invitarme a la isla y cuánto lo disfruté.

Jesús, el farero, nos abrió las puertas de su casa con muchísima amabilidad, y aunque al principio pensaba quedarse tranquilamente un poco al margen del trajín finalmente decidió subir a la linterna para acompañarnos. No creo que reciba con frecuencia visitas tan bulliciosas como lo fue la nuestra y no quiso perderse ni un detalle de la grabación; él y su esposa se divirtieron mucho durante aquel rato antes de volver a la tranquilidad de su vida diaria. ¡Gracias por tu hospitalidad, Jesús!

Nos marchamos del faro ya con noche cerrada, y después de cenar fuimos con Susi (una isleña de toda la vida, que nos acogió como a familia) y con Richi Lago, un chico de Vigo experto en astronomía, para grabar el precioso firmamento que convierte a Ons en un destino perfecto para observar las estrellas y constelaciones. Pocas ocasiones tengo yo para disfrutar, como aquella noche, de la nula contaminación lumínica y del silencio de la Naturaleza, sólo interrumpido por nuestras charlas y risas.

Onza y Cíes

Nos fuimos a la Pensión Casa Acuña a dormir agotados, y a la mañana siguiente, tras el desayuno, fue Susi quien nos llevó a recorrer la ruta sur de la isla: la playa de Area dos Cans con su tumba antropomórfica; el mirador de Fedorentos (foto de arriba), desde el cual se divisan la pequeña isla de Onza, las Islas Cíes, a Costa da Vela y la ría de Aldán. Después continuamos hasta o Buraco do Inferno, una sima de más de cincuenta metros que baja en vertical hasta el mar, y donde sus golpes en días de tormenta hicieron pensar a los isleños que aquello era la entrada al mismísimo averno. Y por último recorrimos un camino que bordea los acantilados del oeste de la isla. Un recorrido circular de algo más de seis km que nos hizo enamorarnos aún más si cabe de Ons. ¿Y qué decir de lo bien que nos supieron aquellos estupendos bocadillos tras la caminata al aire libre?

Con mucha pena a última hora de la tarde nos tuvimos que despedir de la isla y embarcar hacia el continente. Ons quedaba desierta ante el aviso de mar de fondo que volvía muy peligrosa la navegación durante todo el jueves. Aquellos dos días se terminaron pero nunca olvidaré a Toni, Antonio, Juanjo, Christian, Roger, Jordi y Edu. Espero que ellos también me recuerden, que conservemos una bonita amistad y de corazón deseo volverles a ver muy pronto, cualquier día de estos, en cualquier rincón de España. ¡¡¡Gracias!!!

 

Faro de la isla de Ons (Bueu).

Camino de Ons, vista de las Cíes.

Por fin, tras dos intentos frustrados, ¡a la tercera fue la vencida! y conseguí embarcarme y realizar mi ansiado viaje a la isla de Ons. Aunque las horas no me llegaron para visitar todos los rincones que tenía planeado, preferí disfrutar también del relax de sus playas y no andar corriendo por la isla de norte a sur. Es una excursión muy apetecible y espero repetirla.

Hay varias empresas y puertos para llegar en barco hasta allí, buscad en internet la que os quede más cerca. Al igual que ocurre con las Cíes, no hacen rutas todo el año: sólo en verano, Semana Santa y pare usted de contar. Lo cual no me parece mal, oiga, hay que controlar la cantidad de turistas dado que estamos hablando de un Parque Nacional, el de as Illas Atlánticas. Luego que no pase lo del verano de 2017, cuando varios barcos tuvieron que dar la vuelta sin poder desembarcar a su pasaje por haber vendido por encima del máximo permitido.

En mi caso particular salimos del puerto de Vigo. El trayecto fue bastante largo, pensad que llegamos hasta las Cíes y tuvimos que continuar otro tanto hacia el norte. Mucha gente no lo llevó bien, porque además nos encontramos con el océano algo revuelto y el barco se movía bastante. Afortunadamente no soy de las que se marean en el mar ¡será por lo salada que soy! y disfruté mucho de las vistas y de poder fotografiar desde el agua los faros que salpican a Costa da Vela.

El turismo en Ons está bien organizado, y de una forma muy similar a las Cíes: en cuanto desembarcas hay una caseta de información donde puedes descubrir, si no lo llevas ya planeado de casa, las rutas que te permitirán conocer la isla. Hay restaurantes, un cámping, un Centro de Visitantes con una exposición sobre la historia de la isla, una pequeña iglesia, playas, miradores, zonas de descanso con mesas y bancos… En fin, os enlazo aquí toda la información y me centro así en lo que de verdad nos interesa, el faro de Ons.

La isla de Ons, junto con la pequeña isla de Onza, forma una barrera natural en la entrada de la ría de Pontevedra. Ons dispone de abundante agua potable, y por ello está habitada desde tiempos prehistóricos (demostrado por los restos de castros y mámoas). El origen de su faro está en el Plan General de Alumbrado Marítimo de 1847, pero como se consideraba de menor rango que otros y su ubicación no se designó de forma definitiva (querían señalizar la entrada a la ría pero podría valer otro punto que no fuera Ons) se fue posponiendo su proyecto hasta 1858. El inspector de distrito reconoció la isla y decidió que se instalase en la parte más elevada y central, a 110 metros sobre el nivel del mar. Debido a que ya había otras luces instaladas cerca (Sálvora y Cíes), y a que la isla está bastante adelantada respecto a la entrada de la ría se decidió que llegaría con un aparato de quinto orden.

En 1860 se le encargó el proyecto al ingeniero madrileño don José Elduayen Gorriti, quien reprochaba que la entrada a la ría de Pontevedra era de las últimas en ser iluminada. Redactó un proyecto de construcción que fue duramente criticado por sus reducidas dimensiones: como faro de quinto orden Elduayen contaba con el servicio de un torrero, pero las condiciones de vida en la isla, especialmente en invierno, exigían la presencia de dos personas. Incluso los propios isleños marchaban a tierra firme cuando llegaban los peores temporales. Pero es que además el edificio cuadrado y de una sola altura que diseñó (con la torre inscrustada en el mismo) era claramente inhabitable, con habitaciones sin luz ni ventilación, e incluso en una no era posible mantenerse de pie. El proyecto fue devuelto por la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos para ser modificado. Y es que Elduayen estaba ya claramente volcado en su actividad política y más desinteresado por su trabajo como ingeniero. Como político logró para la provincia de Pontevedra la ejecución de obras públicas vitales en carreteras, ferrocarriles, el puerto de Vigo, etc. Llegó a ser gobernador de Madrid, presidente del Banco de España, Ministro de Ultramar, Ministro de Estado y Ministro de Gobernación, y, además de senador vitalicio, recibió el Toisón de Oro y un marquesado.

El ingeniero don Ángel García del Hoyo finalizó el proyecto: cambió la planta cuadrada original por otra rectangular, ganando 26 m2, y sacó la torre al exterior del edificio para ganar más espacio, adosándola hasta la mitad de su diámetro en la fachada trasera. Así se consiguieron habitaciones y cocinas para dos empleados más las visitas puntuales del ingeniero. Como curiosidad quería añadir que lo mismo del faro de Ons ocurrió poco después en Rúa: el proyecto lo empezó en 1860 Elduayen, pero las discrepancias en torno a la posición de la torre y distribución de espacios (también calificados de “inhumanos”), hicieron que el proyecto lo rematase Ángel García del Hoyo en 1862. Así, pues, García del Hoyo acabó los dos faros con el resultado de que ambos eran gemelos: misma torre, mismas ventanas e igual distribución interior.

Por fin en 1864 comenzaron las obras en el punto más elevado de la isla, o alto do Cucorno. El faro se encendió el 15 de abril de 1865. La torre tenía tres cuerpos (como el faro de Rúa): el primero circular, el segundo también circular pero de menor diámetro; y el tercero octogonal. En Francia se le compró a la casa Sautter (que llegó en mar hasta Vigo) una lámpara de iluminación de aceite de oliva, con luz blanca que alcanzaba las 12 millas y se elevaba a 128 m sobre el nivel del mar. En 1878 la primitiva lámpara se cambió por una Maris de petróleo.

A principios del siglo XX se vio la necesidad de que el faro aumentara significativamente su alcance (Plan de Reforma del Alumbrado Marítimo de 1902), y así pudiera servir como luz de recalada para los puertos de Marín y Vilagarcía. En 1904 se cambió el aparato de alumbrado por otro de la casa Sautter, pero como la cosa no mejoró demasiado se acometió una reforma de mayor envergadura: convertirlo en faro de primer orden y con 3 torreros. El proyecto se encargó al ingeniero madrileño don Rafael de la Cerda. Corría prisa ya que Sisargas se había reformado y Sálvora, Corrubedo y Silleiro estaban en ello.

Don Rafael, (que también trabajó en la reforma del faro de Prior) quiso aprovechar el faro existente construyendo un edificio idéntico a éste, situado a 10 m, y unir ambos mediante una galería desde la cual se accedería a la torre del faro. Arreglaron suelos, paredes y ventanas y consiguieron dotar al personal de viviendas y espacios más que dignos. La torre del faro hubo de demolerse y levantarse de nuevo para poder soportar el peso de la nueva linterna, que debía alcanzar las 24 millas. Las obras comenzaron en el verano de 1916 y duraron nada menos que diez años, debido a la necesidad de expropiar terrenos al dueño de la isla, el señor marqués don Fernando Quiñones de León, y a los aumentos de precios provocados por la guerra en Europa. Incluso en 1921 el ingeniero Ramiro Pascual introdujo algunas reformas en el proyecto para aprovechar aún mejor el espacio. El 4 de julio de 1926 el nuevo faro entró en funcionamiento, con una nueva torre de 12 m de altura, ahora octogonal en vez de redonda, y una linterna construida por la empresa La Maquinista Valenciana.

En 1932, el faro se revistió exteriormente con azulejos, y en 1990 se instalaron unos paneles solares para dotarlo de energía fotovoltaica. Su luz es blanca, está a 127 m de altura sobre el nivel del mar y tiene un alcance de 25 millas náuticas. El faro en la actualidad está automatizado y sigue estando habitado por los fareros que lo atienden.

En fin, en las fotos podéis apreciar los maravillosos paisajes de este pequeño paraíso. Desde luego por su faro y por mucho más vale la pena hacer una e incluso más excursiones a Ons. Espero volver allí otro verano a visitar el famoso Buraco do Inferno, entre otros rincones, y quizás probar su famoso glámping ¡que tiene una pinta estupenda!

 

 

 

 

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