Baliza de punta Robaleira (Cangas)

Costa da Vela navegando hacia la isla de Ons (año 2017)

Mis queridos lectores ¿os apetece seguirme acompañando en mi periplo por la hermosa costa da Vela? Como os comenté este mes de junio [en la publicación sobre la baliza de Borneira], el pasado invierno, exactamente 19 días antes de que nos confinaran en casa, pude por fin conocer este precioso paraje gallego. Fue una gran despedida a la libertad de ir cuando, a donde y como nos diera la gana.

Pues bien, después de acercarme a la torre de cabo Home y antes de pasear hasta su compañera en punta Subrido, recorrí los trescientos metros que la separan de la baliza roja de Robaleira, que, como podéis ver, luce espléndidamente sus más de cien años. Y atención, no confundir con el faro de Robaleira, en Cedeira, ¡uno de los lugares más maravillosos del mundo!

Punta Robaleira y playa de Melide.

La luz de Robaleira, construida en 1918, forma parte de un plan para iluminar la ría de Vigo impulsado por su espectacular desarrollo como ciudad y como puerto comercial, pesquero y de tráfico de pasajeros [llegaron a coincidir en un solo día hasta 6 trasatlánticos ¡hace un siglo! Y es que Galicia, en apenas 50 años, envió a la emigración entre medio millón y millón y medio de paisanos, según atendáis a las diferentes crónicas y estadísticas].

Anteriormente, en el siglo XIX, los faros de A Guía e Illas Cíes bastaban para su señalización; pero, cuando se volvieron insuficientes, el plan de balizamiento de diciembre de 1902 levantó en la ría tres luces más en las susodichas islas y también en cabo Home, punta Couso, punta Robaleira, punta Subrido, punta Lameda y cabo Estai.

La torre (seamos generosos a pesar de sus 6 metros de altura) de Robaleira es cilíndrica y de sillería, pintada en rojo intenso y con algunos detalles blancos. Tiene dos escaleras de caracol, una interior y otra exterior. Sus luces son blanca y roja y alcanzan entre las 9 y las 11 MN.

El lugar en que se levanta es agreste y rocoso, como podéis ver en la foto de abajo. Y es también un paseo maravilloso y bastante transitado de apenas dos km que os recomiendo tanto si hace sol como si está el día tormentoso, que es cuando a mí más me gusta el mar.

Ojalá que más pronto que tarde estemos de nuevo recorriendo la costa, el interior o lo que nos dé la gana sin más preocupación que la de encontrar el sitio perfecto para sentarse a comer un bocadillo con las mejores vistas. ¡Hasta pronto!

Enfilación de cabo Home y punta Subrido, Cangas (Pontevedra)

Enfilación de cabo Home y punta Subrido

Queridos lectores, para celebrar por todo lo alto que esta es la entrada 250 del blog (soy partidaria de celebrar siempre todo lo que se pueda, la vida ya es demasiado corta y difícil), voy a dedicar esta entrada tan especial a dos faros también muy especiales y que forman una unidad en todos los sentidos: cabo Home y punta Subrido. Les separa una distancia de 1 km en línea recta, casi 2 km si vais andando y más del doble en coche.

Robaleira, cabo Home y punta Subrido

Estas torres forman una enfilación, es decir que trabajan en equipo. Una enfilación es una ayuda a la navegación formada por dos puntos, que pueden ser artificiales, es decir, creados a propósito para este fin como estas torres, o bien naturales (montañas, un edificio singular, etc). Estos dos puntos permiten a quien navega saber que está en una ruta segura mientras los siga viendo en una misma línea imaginaria y vertical.

Faro de cabo Home y Robaleira.

Las fotos de esta entrada que saqué desde el mar son del año 2017, e iba yo felizmente camino de la isla de Ons para visitarla por primera vez. Quién me diría… Desde el barco disfruté de las vistas de a Costa da Vela y de todos los faros que la salvaguardan, además de las impresionantes rocas que los rodean. Sobre ellas, por cierto, hay una leyenda muy bonita que perdura, gracias a la tradición oral, desde hace más de cinco siglos, y que yo leí en el blog de Xoán Arco da Vella. Por aquella época, todos los pescadores que sobrevivían a la fuerza del mar salvaje de cabo Home aseguraban que la mayoría de los barcos se hundían de manera extraña, y que podían vislumbrar unos dientes muy afilados. Un día oscuro de tormenta un monstruo marino salió del agua y amenazó con devorar a todos los habitantes de Hío. Según cuentan, era más grande que 143 elefantes, pero un guerrero llamado Oridón decidió enfrentarse a él. Después de muchos intentos, encontró la manera de acabar con él gracias a su escudo y a la aversión del monstruo a la luz solar. El monstruo de cabo Home, agonizando, se hundió en el mar dejando sus púas fuera, y poco a poco éstas se fue petrificando. Hoy en día, esas púas todavía son visibles, ya que ahora son las rocas afiladas que hay junto al acantilado de cabo Home. Acercaos a verlas, pero cuidado con despertarlo…

Las torres de cabo Home y Subrido son muy similares y para alguien despistado podrían parecer gemelas viéndolas por separado, pero hay varias diferencias. Por ejemplo su altura: cabo Home, una de las más altas de Galicia, mide 17 metros, y sólo 12 la de Subrido. Pero es más fácil distinguirlas por el número de ventanas, ya que cabo Home tiene tres y Subrido sólo dos, y también por la base, más ancha, de la cual arranca el faro de cabo Home. Además Subrido está rodeado de árboles y el faro de Home está plantado en medio de roca viva. Sus luces son blancas y alcanzan las 10 millas.

Su construcción es relativamente cercana en el tiempo: su proyecto se encargó a Rafael Juanes en 1934 para señalizar la entrada norte a la ría de Vigo y salvar los bajos y arrecifes cercanos. Llegar hasta ellas es más o menos fácil, y os recomiendo que vayáis con ganas de caminar, porque llevar el coche es más un trastorno que práctico. Podéis aparcar con facilidad cerca de la escultura de Lito Portela la Caracola [en Donón], un lugar muy pintoresco  y visitado para disfrutar de la puesta de sol.


Desde allí parte un sendero de tierra con una indicación hacia praia de Melide de unos 3 km; ánimo y a por él. Iréis bordeando la costa todo el camino, y de paso que visitáis cabo Home tenéis a mano también, apenas a 400 metros, el singular faro de punta Robaleira (no confundir con el del mismo nombre en Cedeira, en la provincia de A Coruña) del cual hablaré otro día. De Robaleira a punta Subrido hay 1 km y medio. Y de Subrido de vuelta al coche otros 3 km. En total son unos 8 km, poca cosa para gente activa, como podéis ver.

Boya de punta Subrido

Y como guinda para la entrada de hoy una foto del faro de Subrido con la boya de punta Subrido, cortesía de mi primer viaje a Ons. Su luz es roja y alcanza las 5 millas. Espero que pronto visitéis todos estos lugares y que os encanten casi tanto como a mí. ¡Hasta pronto!

Faro de Punta Sarridal (Cedeira).

Continuamos la visita a la ría de Cedeira, hablando hoy del faro de Punta Sarridal. Como veis es una torre roja muy curiosa e incluso diría que tiene cierta elegancia. Está al oeste de la villa, en la zona del puerto y en lo alto de un promontorio. Aparcamos el coche en el puerto y ya desde allí es bien visible.

Subimos entonces unas escaleras que nos llevaron primero a visitar el Castillo de la Concepción. Se trata de una construcción militar del siglo XVIII con el objetivo de defender Cedeira de posibles ataques. Según la web del concello se abre como museo en los meses de verano, pero como fuimos en octubre me tuve que conformar con fotografiarlo desde fuera, aunque como veis en la foto de la izquierda se puede tener una buena visión del interior a través de las rejas.

Desde allí se disfruta también de una vista de las antiguas cetáreas de Cedeira, un lugar en contacto directo con el mar donde antaño se engordaba el marisco para el consumo en la villa.

Continuamos entonces paseando por el camino que hay detrás del castillo, que después de unos metros se divide en dos; hay allí un cartel con un mapa muy bueno de la zona, con varios apuntes interesantes para el turista. Seguimos sus indicaciones y tomamos el desvío de la izquierda, que pocos minutos después nos llevará a la Punta Sarridal. Es una zona muy cuidada, con bancos de madera y una vista maravillosa de la ría: desde allí se divisa hacia el sur el faro da Robaleira y el de Piedras de Media Mar. Y hacia el norte podemos ver los acantilados tan impresionantes de la foto de más arriba.

Y desde allí, bajando por un caminito, llegamos por fin al faro de Punta Sarridal. Se trata de una baliza con una altura de 7 metros, y cuya luz, roja y blanca, alcanza las 11 millas. Su objetivo es, junto con el faro de Punta Robaleira, marcar la entrada a la ría de Cedeira. Un precioso lugar que se ha ganado mi corazoncito.

Faro de Robaleira (Cedeira)

La primera vez que visité Cedeira, quizá en 2011 (hace ya un par de años) pude ver desde la zona del puerto un pequeño y blanquísimo faro que se encontraba justo enfrente, al otro lado de la ría. Desde lejos ya me pareció una maravilla, pero como en aquella ocasión no tenía tiempo de acercarme lo tuve que dejar para otro día. Cuando quise informarme de cómo llegar hasta él no encontré mapa que me lo aclarase. Pero, gracias a las amables indicaciones de un lector del blog llamado Andrés, pude conocer al fin el buen camino. Él me explicó que, una vez en Cedeira, tenía que recorrer hasta el final la playa de la Magdalena; desde allí sale un camino asfaltado y empinado que unos metros más arriba se divide en dos; hay que aparcar entonces el coche donde buenamente se pueda, y seguir el camino de tierra de la derecha; durante unos dos o tres km paseamos por el medio de un espeso bosque de eucaliptos, robles, castaños y helechos. Varios carteles nos tranquilizan sobre que no nos hemos perdido, y nos permiten disfrutar de la tranquilidad, la paz y los sonidos de la naturaleza. Un maravilloso paseo que apenas duró una hora y que por supuesto no nos cansó en absoluto.

El faro se encuentra en un terreno a unos catorce metros sobre el nivel del mar, en la llamada Punta de Robaleira (parece ser que porque allí había abundancia de róbalos – o lubinas de toda la vida -). Fue construido en 1861 por Celedonio de Uribe (un ingeniero fundamental en la historia de los faros gallegos, algún día hablaré largo y tendido sobre él), dentro del Plan General de Balizamiento de 1858, una vez construidos ya los grandes faros. El objetivo era auxiliar la entrada al puerto de Cedeira en caso de temporal. Para facilitar el trabajo de construcción, tanto los obreros como los materiales llegaban en lanchas desde Cedeira, mucho más práctico que recorrer el monte, dónde va a parar. Entró en servicio el 15 de julio de 1862 como faro de sexto orden, el mismísimo día que los faros de A Palma y monte Louro. Su luz era blanca y fija, se elevaba (y eleva) a 27 metros sobre el nivel del mar y alcanzaba las 9 MN.

En 1926 su luz pasó de ser fija a tener ocultaciones. Estuvo habitado hasta 1954, que fue cuando entró en funcionamiento el faro de punta Candieira, al norte de Cedeira; en la actualidad está automatizado. La torre, cubierta de azulejos blancos en tres de sus lados, es hexagonal, tiene 5 metros de altura y está incrustada en la fachada trasera. Su luz es blanca y alcanza las 10 millas. Es un faro sencillo, ya que estaba destinado para un único torrero (y su familia, no la olvidemos), con el edificio pintado de blanco para darle gran visibilidad, y prácticamente igual, aunque más pequeño, que el de monte Louro, en Muros, que aún no he visitado. Lógico, ya que ambos fueros diseñados a la vez por don Celedonio.

Vista desde el puertode Cedeira.

Vista desde el puerto de Cedeira.

Os dejo aquí arriba una fotografía de cómo se ve el faro desde el puerto de Cedeira, que es la primera imagen que tuve yo de él.

En la parte anterior del faro hay una puerta con una placa azul del Puerto de Ferrol que dice así:

Nada hay tan valioso en el interior de esta señal marítima como la vida de los navegantes que de su buen funcionamiento depende.

Una pena que sea necesario recordarlo, porque si la han colocado por algo será.

En fin, sólo queda recomendaros una visita pausada a esta comarca gallega; un precioso y auténtico rincón en el norte de la provincia coruñesa, que tiene muchas sorpresas escondidas; empezando con este faro, claro que sí, pero también otras que os iré descubriendo poco a poco…